(Fotografía realizada por Carmen Ochoa Bravo)
Antonio Crespo Massieu nació en Madrid, en 1951. Licenciado en Filosofía y Letras, miembro de la redacción de la revista Viento Sur. Ha publicado el libro de relatos El peluquero de Dios (Bartleby, 2009) y los poemarios En este lugar (Fundación Kutxa, 2004), que obtuvo el Premio de Poesía Kutxa Ciudad de Irún en su XXXV edición; Orilla del tiempo (Germania, 2005); Elegía en Portbou (Bartleby, 2011); Los regresados (Ediciones del 4 de Agosto, 2014) y Obstinada memoria (Amargord, 2015). Ha colaborado con trabajos de investigación y creación literaria en numerosas revistas y ha sido incluido en diferentes antologías poéticas.
Incluimos a continuación tres poemas de Antonio Crespo Massieu:
EL PRESIDENTE LLUIS COMPANYS SE QUITA SUS ZAPATOS UNA MADRUGADA DE OCTUBRE DE 1940 EN EL HISTÓRICO CASTILLO DE MONTJÜIC
Ahora que veo sus zapatos blancos
aplastando entre el barro la colilla
del último cigarro que ha fumado,
mirando el incierto azul que tanto amó
abrir el amanecer y sonríe elegante
– aún sin corbata –
cuando con la punta del zapato
(un zapato blanco como de sportman
o club de tenis o paseo pisando
la grava del parque o veraneo en Cadaqués)
lo aplasta contra la tierra cuya ausencia
le duele más que la propia vida que deja.
Entonces, tras mirar el cielo, sonreír,
añorar y ventear el mar lejano
pide descalzarse y con gesto cuidadoso,
pausado como caricia o cortés adiós,
coloca a su derecha, cerca del muro,
sus zapatos blancos
(esos zapatos de sportman en día de ejecución)
que quedan tan cerca de la colilla
aplastada y ahora dice,
con una tristeza limpia, saboreando
las palabras como despedida o reencuentro,
descalzo para morir pisando tierra
catalana y sonríe de nuevo mas ahora
altivo y espera la descarga y antes aún
dice asesináis a un hombre honrado
(y lo fue con la honradez serena y callada
del tiempo antiguo de la dignidad)
y dice o grita entre disparos Visca
Catalunya Lliure y cuando cae
y nada dice y su cuerpo inerte reposa
en la tierra amada por libre, entonces,
ahora veo sus zapatos blancos
que permanecen en el foso del castillo,
esos zapatos como de sportman o veraneo en Cadaqués,
esos zapatos blancos tan de fusilado,
tan de pasear ante el histórico foso
del histórico castillo de Montjüic
(ese castillo y foso tan de fusilados)
una brumosa madrugada de octubre
que nada anuncia, salvo la nada y muerte que nada deja.
Nada salvo unos zapatos blancos
(blancos ya sabéis como de sportman)
que permanecen siempre intactos,
sin sangre, limpios y tan blancos
en estos muros negros de tanta historia.
(De Orilla del tiempo, Germania, 2005).
POEMA PERRO PARA EMMANUEL LEVINAS
En milimétrico ejercicio
o precisa ciencia meticulosa
nos habían despojado,
desgajado y perdido cada día,
más hondo, más al hueso,
mondos ya de humanidad,
restos apenas de aquello
que un tiempo fuimos y ya era
hueco ,vacío, ni tan siquiera memoria.
El campo, las alambradas, los gritos,
muertes, la rutina, caminar, fiebre,
los muertos, seguir, el sopor sin descanso,
trabajo, rutina, la mierda, el hambre,
las letrinas, los muertos, las órdenes, el frío.
Todo era vacío,
hueco del tiempo inmóvil,
duración de huesos sin dignidad,
ausencia de mí y de nosotros,
sólo durar sin mirada ni palabra,
oración o blasfemia. La nada
hecha fatiga, sudor, temblor
sin nombre ni voz.
Mas aquella mañana incierta
del infinito invierno de bruma y frío,
caminábamos al trabajo por la vereda
que circunda el campo y fue entonces.
Entonces le vimos como aparición
tras el desmonte, los ojos fijos,
orejas erguidas, cabeza ladeada,
jadeante, con la lengua fuera,
famélico, el rabo tieso, todo costillas,
aún más delgado que el más delgado de nosotros.
Y nos mira con ojos fijos, extáticos,
(a nosotros nos mira que nada éramos,
que éramos la nada o nada más
que carne kosher de campo
destinada a ser sólo nada)
Y avanza temeroso, y nos huele,
y mueve el rabo y humanos nos reconoce,
y nos reclama como amos.
Espera protección,
amparo y cariño
(y parece tan perdido)
Así
cada día acompañándonos al trabajo,
corriendo alegre junto a nosotros,
alimentado de las sobras miserables
de nuestras miserables sobras,
nos dio nombre y dignidad,
palabra y un rostro
en el que mirar y ver
no vacío sino los ojos
perdidos del ser humano.
Así,
un perro, sólo un perro,
famélico, escuálido, sarnoso,
(al menos tan sarnoso
como el más escuálido de nosotros)
anuló
para siempre
la meticulosa ciencia
del verdugo.
(De Orilla del tiempo, Germania, 2005).
¿A PARTIR DE CUÁNDO?
¿A partir de cuándo el ángel, el pájaro,
desde cuándo la herida, el canto, lo quebrado,
el asombro, la suave permanencia, la luz,
desde cuándo la música, su ingrávido descenso,
la claridad bañando el mundo, la palabra
escalando la noche, vaticinando gira que gira
el gozne, lo entreabierto, la cadera herida, la piel
marcada, lo que rodea y abraza, lo circunciso,
la agrietada fidelidad, la fraterna constancia
de lo que contemplan los contemplados,
a partir de cuándo el silencio y sus sombras,
desde que tiempo sin tiempo horada renuncias,
enumera traiciones, olvidos, cuándo,
Quién escuchó el pájaro, la luz, la carne,
quién la dijo, desde dónde la inventó, la bautizó
y sacralizó el instante, lo venidero como esperanza,
un sueño terso que adivina lo posible, lo nunca acaecido
y sin embargo siempre preguntado, indagado
en temblor, hueco, cuenco de vigilia, descenso, regreso.
¿A partir de cuándo el pájaro, la luz?
¿desde cuándo el cazador, el oscuro silencio?
¿a partir de cuándo?
Cuando llegó el verbo y fue sangre, boca, saliva,
cuando pobló, nombró, dijo, permaneció,
Mas ¿cuándo llegó el verbo?
¿cuándo el pájaro y su canto?
¿a partir de cuándo el canto?
¿cuándo su renuncia?
(De Elegía en Portbou, Bartleby, 2011)