(Fotografía de Julia Sánchez)
Carmen Crespo fue Premio XXV selección Voces Nuevas (Torremozas). Cuenta con los siguientes títulos: Tal vez huésped (Devenir), poemario ganador del II premio de poesía Bal Hotel 2012; Puro hueco, plaquette editada por el artista gráfico y pintor Manuel Ayllon; Cuerpo o el corazón del mundo todavía (Sol y sombra poesía); De música y otras pieles (Polibea); Márgenes que no, ganador del I premio de poesía Versos al aire, Fundación Centro de poesía José Hierro, 2015; Todo ardió luminoso (Amargord), 2016.
Ha ganado en 2016 la XIII edición del Premio de Poesía César Simón.
Ha colaborado en las antologías Poemáticas naturales (Entricíclopes) y Voces del desierto (Unaria Ediciones). Asimismo participa y es miembro del consejo de redacción de la revista digital de poesía conVersos. Poemas de Carmen Crespo aparecen en las revistas Cuadernos del matemático, El coloquio de los perros, revista de creación literaria Pangea, Tres en suma (en los núm, 15 y 16), Obituario y Fogal.
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A continuación incluimos seis poemas de Carmen Crespo, los dos últimos son inéditos:
se los oye como si siguieran cantando
tras el impacto.
(Ernst Jünger)
todo lo que podía ver era la gran falla atravesando
nuestros pómulos un intersticio invisible donde las uñas la brea
los líquenes desalojados del cuerpo por cuyos cauces
la sangre de nuestra sangre la sangre óxido la sangre grumo
[dame
el roce de tu mandíbula
dame
lo magro del corazón]
un resuello en nuestras bocas un pequeño latigazo de luz
azuzándonos recogiéndonos en el beso que da vida
[sopla sopla fuerte
sobre la cicatriz rosada
je vis
dans le silence]
(De Cuerpo o el corazón del mundo todavía, Sol y sombra poesía)
[Kérkira]
pero dónde la piel
dónde el animal hurgando en la hoguera
dónde la cicatriz el humo
la leche de la loba
dónde la corteza que alumbra
de puro verde
(De De música y otras pieles, Polibea)
donde no
llega la luz
donde el
hueco tapiado
una cruz de
madera
un torniquete de
carcoma y
arenilla
puerta sin goznes
que rezuma y
escupe toda
la baba toda
la clemencia de
unos ojos y
su exilio
(De Todo ardió luminoso, Amargord)
pero qué
ladridos qué
leños
apilados
qué cunas
qué muros
qué redes
cuarteadas qué
hinchazón si
nadie oye
al que huye
(De Todo ardió luminoso, Amargord)
tannhaüser
señales en el suelo. no esconderse. llegar como si allí. ser la fibra que
tensa el músculo, el movimiento sin hilo o la urgencia de la lengua, de la
palabra sin. pero todo llaga. la tiritona en la muñeca, su curvatura
o zumbido, los cantos al aire entre precipicios – casi cúspides – a ras
de cielo. el dolor apenas sin sangre, apenas sin ligaduras porque nada
ya que sólo sea la palma de la mano o el golpe en el muslo. nada
como la piedad o el desbarajuste del chasis: su desmembramiento casi
neuma ante el ojo. señales en el suelo. puntos errantes donde hincar el
pie junto al surco del que falta o del que no. junto a la puerta. sin casi ya luz
sine die
boca hacia dentro. contar con los dedos el instante de golpear la frente.
carne afuera, casi sin derrumbe. y he aquí ellos:extraño cuerpo extraño
saltimbanquis con forma de tembladera. pero siempre otro para
recogerte. siempre otra rodilla o muslo que enarbola. que acompasa el
pie – casi de lengua o espino – al pecho del otro apenas esternón
crucificado para ocupar el músculo, su nuca en el talón. entonces el
delirio en la costilla, su balbuceo mientras es el aire rito o plegaria.
cuerpos alineados como hélices, como flechas o insectos que lanzan
hacia dónde. y respirar
(Inéditos)
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