Jenaro Talens

Jenaro Talens (Tarifa, Cádiz, 1946), atleta internacional y titular de la selección española en su juventud, es poeta, traductor, ensayista y teórico de la literatura y los medios audiovisuales. Catedrático de Comunicación en la Universitat de València y catedrático emérito de Literatura comparada y Estudios europeos en la de Ginebra, fundó en 1987, con Angel López García-Molins, el Departamento de Teoría de los Lenguajes (hoy de Teoría de los Lenguajes y Ciencias de la Comunicación) y ha enseñado como profesor invitado en diversas instituciones europeas y americanas (Minnesota, Montréal, Buenos Aires, California-Irvine, Aarhus, Lausanne, Bari, Berlin, etc.). Acaba de ser nombrado Doctor Honoris causa por la Universidad de Playa Ancha (Chile).

Es autor de más de treinta libros científicos (en español, francés e inglés) y de una veintena de libros de poesía, recogidos en tres volúmenes (Cenizas de sentido. 1962-1975; El largo aprendizaje, 1975-1991 y Puntos cardinales. 1991-2006), todos ellos en Ediciones Cátedra, a los que hay que añadir Un cielo avaro de esplendor (Salto de página, 2011), Según la costumbre de las olas (Salto de página, 2013), con fotomontajes de Clara Janés, De(s)apariciones (Segundo Santos Ediciones, 2014), con pinturas de Silvana Solivella y Lo que los ojos tienen que decir (Cátedra, 2014), con fotografías de Alberto García-Alix. Su poesía ha sido traducida a una docena de lenguas.

Como traductor, ha vertido al castellano a autores como Petrarca, Shakespeare, Goethe, Hölderlin, Novalis, Trakl, Brecht, Beckett, Pound, Walcott, Heaney, Júdice y Zach, entre otros.

 

ARNAU

(poema acompañado de la versión catalana del autor)

Texto bilingüe

Fotografías de Adriana Veyrat: Fluctuación, Amanecer y Fluctuación en tres.

(Este poema fue escrito para celebrar la llegada a este mundo de mi nieto Arnau Talens Mora, nacido el 13 de enero de 2014, y puesto que sus padres han decidido que lo educarán simultáneamente en sus dos lenguas maternas, nada más apropiado para la bienvenida que un texto que, cuando el recién llegado aprenda a leer, le hable en ambas. Como regalo muy particular se ha hecho una edición del poema, limitada, numerada y fuera de comercio).

arnau1

(A)

Beau ciel, vrai ciel, regarde-moi qui change! PAUL VALÉRY

Beau ciel, vrai ciel, regarde-moi qui change!
PAUL VALÉRY

 

I

A veces hablo con palabras cuyo significado desconozco;
por ejemplo, si digo en voz muy baja «Arnau»,
¿a qué remiten sus tres sílabas,
sino a una borrosa realidad aún inexistente?
Sin embargo, me gusta su sonido,
el sabor a azahar que dejan en la boca
cuando mi lengua las pronuncia: «Arnau».
Como si se fundiesen en el pensamiento
la vastedad de mis crepúsculos
y la promesa de una sensación
recién nacida, con el alba
que ha llamado a mi puerta
y dice: ¿puedo entrar?

II

Me ha sorprendido el canto del amanecer.
Como un niño que ignora las palabras más simples
y lo señala todo con el dedo,
he podido observar cómo días y años
desfilaban, de pronto, frente a mí,
mientras que en mi memoria relojes invisibles
daban las campanadas de otra niñez. Un rostro
(¿o era, quizá la bruma que sigue al despertar?),
me miraba de lejos y, a veces, sonreía.
El frescor matutino que empaña los cristales
saluda a las cortinas con residuos de luz.
Así que me he asomado, con la noche en los ojos,
a saludar a un cielo salpicado de sol.
En torno, huele a gracia: los pájaros, sus trinos.
Todo está preparado para la bienvenida
y es como si mi tiempo cambiase de lugar.

III

¿Cómo nombrar ahora,
cuando, al verme en tu imagen,
son tres los rostros que se superponen,
la paradoja de la identidad?
Nadie escapa al castigo de la repetición,
ese animal tan frágil como el latir del día.
Los ramajes desnudos del naranjo
ululan en voz baja la canción del invierno.
La ancianidad caduca con la que diciembre
se despidió en las ramas, tiembla muerta de frío.
Por miedo a sus fantasmas palidecen las hojas
(los árboles del parque no saben qué decir).
Sobre el asfalto, algunas deambulan sin rumbo;
Mientras, desde la playa, llega el rumor del mar.
¿Dónde te ocultas, tiempo que ya sé no mío?
¿Quizá en los arrabales de la plenitud? No asumo
mayor pasión que conocer. Los pájaros del alba
fingen una invisible migración
como si descubriesen tu secreto:
negando la guadaña del amanecer,
la luz, recién lavada, anuncia soles,
tus dos ojos abiertos aprendiendo a mirar.

(B)

Fràgil, el temps se m'esmenussa als dits. MIQUEL MARTÍ I POL

Fràgil, el temps se m’esmenussa als dits
MIQUEL MARTÍ I POL

I

Quan parlo, de vegades, no comprenc el sentit;
per exemple, si dic en veu molt baixa: «Arnau»,
quina cosa senyalen eixes vagues tres síl.labes,
fora d’una borrosa realitat encara inexistent?
No obstant això, sé que el seu so m’agrada,
el gust de tarongina que deixen a la boca
quan la meva llengua les pronuncia: «Arnau».
Com si es fonguessin en el pensament
la inmensitat dels meus crepuscles
i la promesa d’una sensació
nounada, al mateix temps de l’alba
que ha cridat a la porta
i em diu: Puc entrar?

II

M’he sentit molt sorprés pel càntic d’aquest alba.
Com un nen que no sap les paraules senzilles
i assenyala les coses amb el dit,
he pogut observar com els dies i el anys
desfilaven, de sobte, davant meu,
i en la meva memòria rellotges invisibles
donaven campanades d’altra infantesa. Un rostre
(¿o era no més la boira després del despertar?),
em mirava de lluny; de vegades, somreia.
El frescor del matí, tot i entelant els vidres,
saluda les cortines amb residus de llum.
Així que he tret el cap, amb la nit als meus ulls,
per saludar un cel tot esquitxat de sol.
Entorn, fa olor de gràcia: els trinats i els ocells.
Tot està preparat per a la benvinguda,
com si canviés de lloc el que ha estat el meu temps.

III

¿I ara, com nomerar,
quan, en veure en la teva la meva pròpia imatge,
són tres els rostres que se superposen,
la paradoxa de la identitat?
Ningú no escapa al càstig de la repetició,
eixe animal tan fràgil com el batec del dia.
Els brancatges del taronger, tot nus,
udolen en veu baixa la cançó de l’hivern.
La vellesa caduca amb què el mes de desembre
s’acomiadà a les branques, morta de fred tremola.
Per por als seus fantasmes les fulles esblanqueixen
(tots els arbres del parc ja no saben què dir).
Sobre l’asfalt, algunes es mouen sense rumb;
Mentrestant, arriba de la platja la remor de la mar.
On t’ocultes, tu, temps que jo ja sé no meu?
Potser on la plenitud cercava un nou espai?
Jo no tinc més passió que conèixer. L’ocell d’aquest matí
fingeix una invisible migració
com si hagués descobert el teu secret:
negant la falç de l’alba,
la llum, rentada de fa poc, anuncia sols,
els teus dos ulls oberts aprenent a mirar.

 

 

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