(Fotografía de Laura Hidalgo)
Joan de la Vega nació en Santa Coloma de Gramanet, en 1975. Dirige la editorial La Garúa Libros desde 2004. Es autor de Intihuatana (Seuba Ediciones, 2002), Ladino (Trea, 2006) que reúne sus tres primeros libros: Intihuatana (Sin lugar a luz); Ixtab (La soga en el ojo) e Ipalnemoani (Por quien vivo); Trilces Trópicos. Poesía emergente en Nicaragua y El Salvador (La Garúa, 2006); La montaña efímera (Paralelo Sur, 2011); Una luz que viene de fuera (Paralelo Sur, 2012); 365 haikus y un jisey (Rúbrica Editorial, 2012) e Y tú, Pirene (Denes, X Premio César Simón). Algunos de sus poemas han sido incluidos en Campo abierto. Antología del poema en prosa en España 1990-2005 (DVD Ediciones, 2005), Pájaros raíces, en torno a José Ángel Valente (Abada Editores, 2010) y en revistas como Alhucema, Turia, Piedra del Molino, Vulcane, Paralelo Sur, Nayagua, Barcelona review y Letra Internacional. En lengua catalana ha publicado El verd el roig el negre (Pont del Petroli, 2014), Bare nostrum (Tanit, 2015) y Manat de dol (La puça, El Pont del Pretroli, 2016).
Puede escuchar a Joan de la Vega recitando un fragmento de La montaña efímera en este vídeo:
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Incluimos a continuación cuatro poemas inéditos de Joan de la Vega:
Queridos hombres de maíz, distinguidos señores de la
gleba. Vosotros, los sedientos de mundo, ángeles
deslenguados, llegados de ninguna parte y ya dueños de un
tierno lodazal sin consuelo.
Hermanos, atesorad la voz, mimad vuestro aliento pues la
palabra os ha elegido al azar —de entre todas las criaturas
más ebrias— para sellar el festín de la luz y desgranar las
extensas llanuras del destierro. Cuerpo a cuerpo.
Pagad tributo al entrar, pagad tributo al salir. Serviros del
dolor contra el dolor y aferraos al triste amuleto del tiempo.
Vosotros, oh reyes de la orfandad, príncipes hambrientos,
futuros labradores de la extremidad
venid, llegad, tomad mi desamor por vuestra carne.
[homo viator]
***
Un hombre tiene siempre
la edad de su enemigo.
(Enrique Falcón)
Le delatan los ojos boquiabiertos por el sello de la amapola,
reconstruyendo ternuras bajo la noche invisible de una
ciudad invisible. Gimotea como una paloma gris estrellada
en la negrura. Anclado al taburete de la congoja reparte
consignas y premios como un dios menor, un dios obrero.
Su cuerpo, a duras tientas, atiende al reclamo exigente del
burdel y aspira bocanadas de mugre del último cigarro de fe
que ignora. Maldice en alto el buen nombre del amo. Sus
manos, cansadas de vivir, no son suyas. Sus manos, ya en el
yo del otro sin rostro. Perro de cobro, triste amapola blanca.
Hermano mayor del mayor de tus miedos, amo de tu
enemigo.
[homo economicus]
*****
Obre bé els ulls
la bellesa no
s’ha fet per a nosaltres
/introït/
***
Si la vida no et deixa
veure el bosc
reescriu el poema
/arbreda/