Luis Moliner, autor de Poesía (1987-1998), ha promovido últimamente dos experiencias en las que interactúan poemas y arte. Una de ellas lleva por título Poemas madre. Se trata de un conjunto de seis poemas inéditos, traducidos al francés, pertenecientes al libro Cantares de Luzbel a los que acompañan otras tantas obras gráficas, a la manera de trípticos. El resultado es una caja de alto contenido poético y gráfico. El artista, Bertrand Ney, un escultor francés afincado en Luxemburgo, es el autor de la parte plástica.
Adjuntamos a continuación uno de los Poemas madre:
Aquella tarde, cuando
extremaste hasta el hielo
la palidez, la sangre,
en tu luz expiraba,
carne que se sumerge
en luz, la vida dada
y regresaba fiel
a su origen: tu seno.
Fotografía de otro de los Poemas madre en francés y en español.
Reproducción del tríptico que ilustra la caja de poemas inéditos.
Otro de los poemas. Puede verse perfectamente la estructura de la caja.
A continuación incluimos la invitación para una «instalación poética» que lleva por nombre Byeri, que tendrá lugar el día 14, festividad de San Juan de la Cruz. Se trata de poesía experimental con la búsqueda de formas nuevas de expresión en las que el arte y la poesía se asocian. Byeri es un sistema de cajas cuyo contenido, pretendidamente poético, se desarrolla en cuatro secciones sobre una superficie en exposición de 250 x 90 cm.
La idea arranca de Vitrinas, un libro firmado por Lucio Macario que se proponía conjugar el poema con la imagen, y explora ese territorio que no es el de la ilustración, que no es el de la poesía visual con sus ingeniosas ocurrencias y cuyos antecedentes más ilustres podrían ser Joseph Beuys y Marcel Duchamp.
El nombre elegido para llamar a esta vitrina tiene algo de provocación, de profanación y de profunda admiración hacia la cultura Fang (Gabón, sur del Camerún y parte de Guinea Ecuatorial) y, por extensión, a todas las manifestaciones del arte africano. Byeri designa la conexión del hombre con sus ancestros a través de un recipiente de corteza vegetal en el que se guardan sus huesos, coronado por unaestatuilla de madera en función de centinela. Estas estatuillas, a las que se nutre con polvo rojo o con sangre, de muy apreciado valor artístico para Occidente, representan la parte estética y vital de una iniciación secreta que conecta a las familias con sus antepasados, al ser vivo con la muerte.