Es autora de la novela Pan de Oro (Mira, 2006), el libro-blog La arquitectura de tus huesos (2008-2009), los poemarios Las esquinas de la Luna (Eclipsados, 2009) y Ciudades inteligentes (Olifante, 2014), y ha sido incluida en la antología “Yin. Poetas aragonesas 1960-2010” (Olifante, 2010).
En la actualidad lleva a cabo el proyecto de novela en marcha Pop-pins (http://proyectopoppins.es).
Ha publicado artículos y reseñas sobre temas literarios en revistas y libros. Ha coordinado las jornadas sobre literatura y tecnología Escribit, y el programa de radio sobre literatura y tecnología Electroletras en TeaFm. Forma parte del equipo de Sabara editorial y de la plataforma de publicación on line Literaturame! (literaturame.net). Es editora de contenidos de la Revista Imán (revistaiman.es), que edita la Asociación Aragonesa de Escritores, de cuya Junta directiva es actualmente vocal de Nuevas Tecnologías.
Mantiene el blog sobre diversidad funcional, Un blog para Daniel (http://unblogparadaniel.blogspot.com).
Es licenciada en Filosofía y Letras por la Universidad de Zaragoza, en Historia Contemporánea y en Arte Aragonés del Renacimiento, materia esta última a la que dedicó varios años de investigación con más de una veintena de publicaciones.
Balcón
Antes plantaba flores. Cultivé geranios media vida
como si fueran a salvarme de algo.
Los cuidé casi igual que a mis hijos. Ahora riego esta antena parabólica, con más mimo aun si cabe, para que crezca
y me proteja de la desgracia como la carpa de un circo.
Ciudades inteligentes
Si hubiera que morir, morirse en Montparnasse sería soportable. Para morir, París, ya lo dijo Vallejo.
Y Vallejo decía: la soledad, la lluvia, los caminos… Tú me amas en Londres, yo me muero
en París. Una vez y otra vez voy muriendo pegada
a las querencias aprendidas:
me moría en Raspail, en el Café Le Dome, en la Rotonde,
junto a la Gare de Montparnasse, siempre esperándote y viéndote marchar una vez y otra vez y otra vez …
Constantemente ruedan, se transforman, lugares de partida
y de destino en los paneles –sin principio ni fin– de información. Mis vidas cambian más rápido que yo.
Y decía Vallejo: la soledad, la lluvia, los caminos…
Alguien grita mi nombre, resuena en Buenos Aires, cruza
el océano Atlántico y retorna –mi nombre– embridado a la órbita de un satélite, ondeando en el cielo como un anuncio antiguo, como un ala sin aire del pasado.
Yo me muero en París bajo la forma subjuntiva del silencio.
Es un tiempo sin luz el subjuntivo, no se conjuga ni funciona en los vídeos ni en las fotografías. ¿Dónde te buscaré,
si no te reconozco?
En Buenos Aires, en Londres, tú me amabas.
Intentarás amarme en Estambul, porque Estambul reúne, estadísticamente comprobado, la tasa mundial más elevada
de amores literarios y desapariciones.
Atravesando el Bósforo de Occidente hacia Oriente alguien toma
mi mano. Cierro los ojos, debo fiarme. Ni el saber de la sangrada Alejandría, ni el arte de Venecia, ni siquiera las horas
que ya nadie recuerda, excepto yo, de infinitos veranos
a la orilla del mar en Barcelona justifican la vida. Sólo el amor funámbulo sobre los continentes la sostiene.
¿Dónde vas a llevarme? La soledad, la lluvia, los caminos…Tú me llamas a gritos desde Delhi, Moscú, La Meca o Sidney. Yo me muero en París,
una vez y otra vez, y para amarte me reinicio y borro
mi memoria, vengas de donde vengas.
Tú me amas en roma, Nueva York, en DF, en Manila,
o en Santiago de Cuba. Yo moriré asomada en primer plano
desde la gran pantalla del cielo de París, en Montparnasse,
pues soy amante fiel y tú me necesitas atrapada en tu red: los caminos, la soledad, la lluvia … Ya decía Vallejo.