Mariano Gasparet

Mariano Gasparet (Águilas, 1972) es periodista por descarte (aun agradecido) y lector impío: no es que no le guste su trabajo sino que teme perderlo y no es que no ame los libros sino que no le cuesta cerrarlos y mandarlos a la hoguera. Se gana la vida en El Mundo, edición Comunidad Valenciana, perpetrando política regional, y ama los versos y los perros. Compone poemas, chanzas y angustias nutricias desde la infancia aunque parece decidido a celebrar edad provecta sin otro ánimo que el de seguir contando sílabas con la punta de las yemas. Estudió enseñanza pública y formación superior de pago, de todo lo cual supo que la inquietud es una bendición como la luz, cosa personalísima. Es editor-autor de un blog de literatura, elpezlibro.com, con el que no pretende más que demostrar que la vanidad no es reverso de nada y que las letras, como las migas, debieran ser públicas y universales

 

LUCY

No es extraño que a veces piense en Lucy y
caiga abatido a ras de suelo ni su
curiosidad ni sus ojos luminosos
son suficiente motivo para erguirme
ahora que Lucy no está vencen la
gravedad y el cielo mi deseo de ser
alguien a la altura de su amor
a la altura de sus expectativas
de su alegría pugnaz y primitiva
perdida en el aire su alegría
prendida en la copa de los árboles
entreverada en los arbustos o en el
cruce seminal de los trigales y su
techo de vainas cómo pude amarla
tanto tantas cosas me enseñó la dulce
Lucy a doblar con arrojo las piernas
a no temer levantar las manos y los
hombros a dejar caer el peso de mi
cuerpo e incluso el peso de la bóveda
azul de la sabana sobre las corvas
recuerdo la primera mañana que los
dos jugamos a perdernos yo seguí a
Lucy más allá de las acacias donde
caza el guepardo y Lucy me enseñó
su secreto podía andar sobre sus pies
nunca vi nada tan hermoso aquella
hembra joven sabía mirar la vida
por encima del miedo era tan alta
como un ñu como un león era el
centro del mundo mi dulce Lucy me hizo
creer que no había nada imposible
que la tierra y el cielo son la misma
cosa que estaríamos juntos siempre
pero un día Lucy se marchó quizá
aprendió a volar como un águila
como un halcón quizá quiso conocer
por qué ruge el volcán y escupe humo
qué hay más allá de las montañas del sol
era tan inquieta que la creo capaz
de cualquier cosa no tenía límites
yo la espero desde entonces aunque
he de admitir que sin Lucy me derrumbo
porque nunca fui tan valiente como ella
a veces me aparto del grupo y me adentro
sigiloso en la pradera y me alzo y miro
el horizonte girando lentamente
sobre mis piernas como Lucy me enseñó
e imagino que nos vemos que la encuentro
porque más grande que África fue nuestro amor
pero el cansancio y la certeza de que
nunca volverá me tiran hacia abajo
entonces regreso al galope junto al
grupo y pienso que debo olvidarme
que de nada vale levantarse y caer
y pienso dónde estarás querida Lucy.

 

 

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