Miguel Romaguera (Valencia, 1955) es doctor en Filología Hispánica. Ha publicado Semillas (Síntesis, 1978), cuya tercera versión data de 2012; Mirada de silencio (1983), cuya segunda versión está fechada también en 2012. La primera edición de El Jardín de Ida procede de 1984 y obtuvo el premio Ciudad de Valencia de ese mismo año; la segunda, revisada, se publicó en 2012. Posteriormente a 1984, aparecieron Claros de luz (1996) y Climas (2006). Ha traducido a Ezra Pound y A.R. Ammons y ha realizado versiones de poetas zen chinos y japoneses de los XII a XVII.
(Los dos poemas que incluimos a continuación, “Desprendimiento” y “La partida” pertenecen a la segunda edición de El jardín de Ida)
DESPRENDIMIENTO
Y fue necesario el desprendimiento,
la eterna separación
para sumergirse
en las aguas de la noche,
para seguir
el camino marcado.
Encontré fácilmente las huellas:
otros han estado aquí antes que yo
y han cantado uniendo sus voces al coro antiguo.
Mi voz se echó al camino como una más
pero envuelta en otras voces el frío cesaba,
se hacía dulcemente triste
aquella muerte.
Era la muerte de unos pocos
que se durmieron junto a las orillas.
Aquella noche me dormí solo
y al despertar vi el mar esperando
y las naves dispuestas a partir.
LA PARTIDA
Es la hora de tomar las naves,
mirar a barlovento, virar el timón
y encender fanales y avistar la costa y echarse en la arena
y contemplar todos los rostros y todos los astros
brillando.
Es el tiempo de la nueva,
de la eterna, de la luna
y el sol
cruzándose en el cielo
y amparándose juntos
bajo el mismo árbol,
bajo la sombra cálida y turbadora.
Hablar no es virtud, ni poder
ni sacrificio, ni realidad.
Es girar y girar y girar
y dejarse seducir
por la voz
y por la naturaleza y la sobreabundancia
y por todos los nacidos
y los muertos
pero sobre todo por todos los presentes
y todos los demonios
que ayudaron a marcar el camino.