El periodista Álvaro Corazón Rural ha publicado un acertada reseña al ensayo de Ángel López García-Molins Un sueño plurilingüe para España. Este ensayo, el último que hemos publicado en Uno y Cero Ediciones, está teniendo mucho éxito tanto en España como en el extranjero. Les recomendamos su lectura. En estos tiempos que vivimos bueno será abrir otras perspectivas, llenas de sabiduría y de moderación, con el fin de encauzar los problemas lingüísticos y territoriales en España.
Del mismo autor pueden leer: España contra el Estado, próximamente en papel en la Editorial Renacimiento y de Francisco Moreno Fernández y Fernando Ramallo: Las lenguas de España a debate. También les puede interesar Spanish Revolution. Ensayo sobre los lenguajes indignados, del profesor Francisco Moreno Fernández.
Incluimos algunos fragmentos de la reseña de Álvaro Corazón Rural sobre Un sueño plurilingüe para España:
(…) No obstante, este año ha publicado Uno y Cero Ediciones un libro, Un sueño plurilingüe para España, que aporta algo nuevo al debate. No es exactamente nuevo, su autor Ángel López García-Molins lleva años defendiendo la misma posición. Se trata de promover para toda España la intercomprensión de todas las lenguas que hay en el país e incluso en parte del extranjero.
Sostiene el autor que en la Edad Media esto se lograba sin dificultad: «Uno hablaba en gallego, otro le contestaba en castellano, el siguiente lo hacía en catalán, luego alguien intervenía en occitano y le contestaban ora en italiano ora en francés». La pérdida del idioma occitano, propio del sur de Francia, nos desconectó del continente en ese aspecto, pero si en la actualidad se uniese el espacio lingüístico gallego y portugués al español y este al francés y al italiano a través del catalán, surgirían setecientos millones de hablantes de un neolatín, proclama. Este no deja de ser un sueño maximalista, pero pensemos por un momento en la posibilidad de alcanzar una predisposición cultural así solo en España.
Para ello, un señor de Cuenca no tendría que aprender español, portugués, gallego, catalán, francés e italiano como para hablar, escuchar, leer y escribir en ellos. La idea que propone este libro es basar el plurilingüismo en la comprensión más que en la expresión. Obtener capacidades pasivas, leer y entender, de una lengua. Algo muy fácil entre lenguas románicas. Cuando estas surgieron, el castellano, el francés, el catalán, el provenzal o el florentino, está constatado que hubo justas poéticas celebradas en todas las lenguas romances a la vez, o compañías teatrales que llevaban su repertorio por todas las rutas que cruzaban Europa. Aún hoy esto es posible sin grandes complicaciones (…).
(…) Ángel López García-Molins entiende que debería constituir una prioridad para el Gobierno de España el problema de que en los territorios monolingües crezca un desapego hacia las comunidades bilingües, cuando no un rechazo frontal de sus manifestaciones lingüísticas. El drama que sufrimos es que cualquier medida que se tome en un sentido o en otro siempre suscitará el rechazo de una de las partes. Sin embargo, la realidad es que el catalán/valenciano, el gallego y el vasco son históricamente lenguas de España, no lenguas del Estado. Y lo explica (…).
(…) En el ensayo no se aboga por un país multilingüe, sino plurilingüe, concretamente, con un plurilingüismo sesquilingüe. Esto es: un país donde, como ocurría en el origen de España, cualquier persona pueda hablar en su lengua con la seguridad de que los demás le van a poder entender (…).
(…) Lo único cierto es que, ante tanta propuesta extravagante basada en la nación de naciones como estamos viendo en el PSOE —que al menos se toma la molestia de debatir lo que para otros son ceños fruncidos y puños cerrados—, lo que plantea Ángel López García-Molins no solo es la medida más plausible y sensata para buscar una amplia fórmula identitaria de convivencia, también es la más coherente con el futuro. Un futuro común, sin discriminación ni desencuentros.
Quizá por eso, precisamente, la idea está destinada al fracaso en esta atmósfera de cerrazón y repliegue que no es exclusiva de España, lo es de todo el planeta. Pero hay una pequeña esperanza. Se la revelo: está acreditado que la capacidad de sorpresa de España tiende a infinito. Veremos si para bien en esta era con tan pocas certezas (…).