En La Quinta de Mahler, su autor da cuenta de dos periodos vitales distintos. El primero, «Días con Miguel», orbita en torno a la paternidad y sus incertidumbres en un mundo de tintes apocalípticos que conectan con la famosa sinfonía del compositor vienés.
En «La gran araucaria», segundo de ellos, parte de un ejercicio de inmersión en la realidad observada desde una intimidad poética que anuncia los días de soledad. Para ello, parte de una afirmación de Rilke que dice que es necesario buscar la poesía en las cosas. De este modo hace recuento de pequeños descubrimientos inesperados; y con ellos, el de la esperanza y cierta felicidad en esas cosas a las que solemos dar poca importancia.
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