Susana Benet nos ofrece una selección de poemas de José Luis Parra, un poeta admirable.
José Luis Parra nació en Madrid en 1944, aunque la mayor parte de su vida transcurrió en Valencia. Su primer libro, Más lisonjero me vi, data de 1989. A este le han seguido, publicados por Ediciones de la Guerra/Café Malvarrosa, Un hacha para el hielo (1994), Del otro lado de la cumbre (1996) y La pérdida del reino (1997), y por la editorial Pre-Textos: Los dones suficientes (2000), Tiempo de renuncia (2004) y De la frontera (2009).
La editorial Renacimiento, de Sevilla, ha publicado dos amplias antologías de su obra, una con el título de Caldo de piedra (2001) y Cimas y abismos (2002).
Su último libro, Inclinándome, fue publicado por Pre-Textos en 2012, año del fallecimiento del poeta.
INSURRECCIÓN EN MAYO
A Ángel Aguilar
Si vierais, qué belleza,
la vida en mayo, por las calles frescas,
con pequeñas terrazas aún vacías,
aún vacías pero que ya laten, ya están latiendo,
desplegando las alas de sus vistosos parasoles,
a la espera de esa hora de vibrante esplendor,
mientras cantan, aquí y allá, a lo largo de la calle,
verdeando balcones y ventanas, los pájaros
enjaulados: jilgueros,
canarios, periquitos… Cantan
en un inesperado,
asombroso motín de dicha,
y cantan también
otros pájaros libres
que el desmedido resplandor oculta.
Y yo, que tanta intimidad
tengo con rejas y grilletes;
yo, que camino cojeando hacia el lazo fatal,
hacia el zarpazo súbito del gato callejero,
si vierais, qué belleza,
siento la insurrección de la alegría,
cabrillea la luz en mi conciencia ciega,
y canto como un pájaro cautivo,
canto, canto, celebro este instante de mayo,
este instante de vida,
fugaz, irrepetible.
(De Tiempo de renuncia)
SENTIMIENTO OCEÁNICO
A José Luis Martínez
Nunca estuve del mar
tan cerca
como en aquel crepúsculo desierto,
en una playa
donde sólo chillaban las gaviotas,
aquella tarde tan lejana,
era a principios de un otoño,
en que nadando
y sin saberlo
-el fragor de las olas, las gaviotas-
me iba adentrando
en el vientre tranquilo de mi madre.
(De: Inclinándome)
CUANDO NOS ABANDONAN LOS MUERTOS
A María Campos
Poco a poco se han ido retirando
de la casa los muertos.
Era fácil oírlos
hablar, más bien cuchichear, algunas
mañanas de domingo, sobre todo
en la cama, temprano.
Al mediodía, en venturosas ocasiones,
me ha parecido oír la ceniza de un canto
en una isla de claridad.
Anoche regresé tarde y algo bebido,
y ni una zapatilla se ha inquietado ante la puerta.
Hoy, barriendo el pasillo, se ha enredado una queja
con el polvo. No he visto nada
y he seguido barriendo tranquilamente.
Todo esto tiene un significado oculto
y anuncia otra visita, no por sabida de antemano
menos aborrecible.
Nuestro es el aire,
nuestra la enfermedad
y nuestro lo visible y lo invisible.
Y qué desolación la casa,
qué solos se quedan los vivos
cuando empiezan a marcharse de la casa los muertos.
(De Inclinándome)
¡Qué gran poeta! Profundo y a la vez sencillo, es una delicia leer sus poemas.
A cual más bello, de la alegría del instante al peso de existir, pasando por la atracción del mar, que siempre llama a disolverse.
Yo también admiro la sencillez del lenguaje de Parra, su cercanía, así como su capacidad para celebrar la belleza del mundo y, al mismo tiempo, mostrar su lado más oscuro. Saludos,
Qué amabilidad en sus poemas!
La poesía de Jose Luis Parra siempre llega a lo más hondo. Muy acertada la selección. Gracias por difundirlo
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