César Simón

(Poemas seleccionados por Claudia Simón Aura)

 

César Simón (1932-1997), poeta excepcional, ha publicado: Pedregal (1971); Erosión (1971); Estupor final (1977); Precisión de una sombra (1984); Quince fragmentos sobre un único tema: el tema único (1985); Extravío (1991); Templo sin dioses (1996, IX Premio Loewe) ; Por aguas de memoria ajena. Antología poética (1997) y El jardín (1997).

En prosa ha publicado los siguientes títulos: Entre un aburrimiento y un amor clandestino (1979); La vida secreta (1994); Siciliana (1989); Perros ahorcados (1997) y En nombre de nada (1997).

 

REGRESO EN EL TRENET

Suave
la noche.
Blanca
la espuma, a flor
de labios. Tu cabeza
tronchada, cómo pende
del hombro.

Noche. Las estaciones
del trenecillo suburbano.
Acacias, bugambilias,
nísperos, tras de las verjas, los caminos
entre acequias corruptas, de aguas negras
y brillantes. Bultos de moreras,
ásperas cañas de maíz
en dirección al mar. La Malvarrosa.
Ancho vagón de polvo y papelillos.
Cierras los ojos. Sientes
tu cuerpo joven, derrumbado, quieto,
pero germinativo y oloroso
como el estiércol. Sientes
cómo viene el azahar de oscuras fuentes,
cómo se emboscan las barracas
-girasoles, higueras-,
cómo ladran los perros a distancia,
cómo canta la vida desde el fondo
del barro.

Ya viene el mar, ya hueles
su frescor y su sal, su oscura mole
fragorosa. Ya caminas, ya sigues
al lado de las tapias. La Cadena,
el manantial de Sellarim, jardines
rotos, perdidos, de azulejos,
de fuentes y de bancos de azulejos.
Estrellas. Lejos los silbidos
del tren. Oh madreselva,
verdad, ah dispersión confusa,
aquí amaron tal vez –ficus enormes-,
aquí venían en calesa –blancos trajes
de seda cruda, gasas y sombreros
al viento, al mar-, aquí tomaron
zarzaparrilla, helados. Aquí urdieron
entrevistas nocturnas. Tantas cosas
que ignoras, tantos nombres
que ignoras, tanta dicha,
tanta pasión, que tú nunca sabrás.
Y ahora estos jardines
que pasaron de moda, estos solares,
estos faroles rotos, estas tapias
de bambú, de jazmines, de mojadas
pasioneras.

Oh noche, cómo es frágil
tu paso, cómo es joven
tu ropa descolgada y polvorienta;
cómo están secas estas manos
vacías, que te duelen, entre tanta
facilidad. Mas cómo es grande y pura
la ligereza, el temple con que bebes
lo que te dan: la vida misteriosa,
la densidad oscura, informe, vaga;
este total, lejano desvarío
de tus pasos, en medio del perfume
de los huertos, este ir a casa mudo,
prieto, febril, dichoso, ebrio de muerte.

(Pedregal)

 

EL GRILLO

Ese canto del grillo,
por las veredas, lomas,
monótono, profundo,
que te hará meditar inútilmente,
como sólo es posible meditar,
absorto, vago, irresoluto;
que no es canto de muerte ni de vida,
que es como si de pronto nos vinieran
nuestros pasos de niños,
cuando por entre olivos regresábamos
a casa. Aunque no sólo.
Que es la constancia firme, irremediable,
de la noche, del tiempo, de los trenes,
mientras nosotros, cada uno,
evidencia su bulto en el contorno
de este extraño vacío, de esta enorme tristeza.
Ese canto del grillo,
esta verdad, de estar aquí, de ser
una conciencia justa de lo que es
imposible… Y más no.

(Erosión)

 

VIENTO EN MONTEOLIVÉ

Palabra, no destruyas
en torno a ti la muerte,
lo que las manos tocan sin romperlo,
esa vaga molicie,
espejo transparente, este suceso
del viento en los olivos.

Sé una sombra consciente
que todo lo recubra sin mancharlo.
Mano absorta, ve al fondo,
mira el sembrado en plata de las copas
para cada silencio, un tenue grajo;
roza el tronco, la piedra;
traza despacio, sin extremar nada,
esa gran curva lenta que se cumple;
nombra, pero no enturbies
aquel cielo del charco, bien inmenso,
grave mueca que fuimos y que somos.

(Erosión)

 

ARCO ROMANO

En medio de las viñas se levanta.
Testimonio de un tiempo, ya es el tiempo.
Permanece, si llueve, solitario;
y solitario cuando quema el sol.
Divide el mundo en dos, insiste y calla,
cerrado, pero abierto al hermetismo
de la interrogación que no se extingue.
Y es excesivo para explicitarlo.
¿Conclusión? Irreal planteamiento.
El arco es como yo, que no concluyo.
Porque fui contra el cielo como el arco:
de vacío a vacío en la belleza,
de la nada a la nada entre la luz.

(Extravío)

 

CUANDO AMAS

Permanece en silencio cuando amas.
Escucha al fondo
la vastedad de la respiración,
la gota de agua y el rumor del viento.
Y ven de lejos.
Ven, al amor, de lejos.
Desde la noche,
desde el desierto,
arrimado a los muros,
a perecer en él, como acto único.

(Extravío)

 

HIGUERA

Qué profundidad añadiste
al cielo solitario de la vida.

(Templo sin dioses)

 

FE

Tú ¿qué crees entonces,
ocioso de la vida a la que abrazas?
Creo, ya lo habré dicho, en la belleza,
mas no entendida carnalmente.
Creo, con fiebre y con ardor,
en nada.

(El jardín)

Share this post



2 thoughts on “César Simón

  1. Me ha encantado leer estos poemas de César Simón, con esa forma suya de escribir tan clara, tan potente. Os felicito por acercarnos su obra. Saludos,

  2. Pingback: Presentación de la novela Vivir para la muerte | Vicente Puchol

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Uso de cookies

Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios y mostrarle publicidad relacionada con sus preferencias mediante el análisis de sus hábitos de navegación. Si continúa navegando, consideramos que acepta su uso. Puede obtener más información, o bien conocer cómo cambiar la configuración, en nuestra política de cookies.

ACEPTAR
Aviso de cookies