Sobre la desigualdad Mujer/Hombre: R. Alzate, A. Miralles. L. Vernetti, M. Vila

(Raquel Alzate. Retrato dibujado)

¿Cuándo decidisteis dedicaros al cómic? Contadnos vuestra historia brevemente.

Raquel Alzate. Desde pequeña tenía claro que quería dedicarme a pintar y dibujar, (aún no sabía si se podía vivir de eso, pero al menos la vocación la tenía).

El gusanillo del cómic -como autora y no sólo como lectora- me picó influenciada por mi hermano, que puso en marcha, con un grupo de amigos, un fanzine de cómic, (cuando ambos estábamos en el instituto), en el que acabé colaborando. Desde entonces siempre he sacado tiempo para dibujar historietas, aunque tardé en hacerlo de manera profesional.

Ana Miralles. La decisión vinculante, por así decirlo, la tomé en el cuarto curso de BBAA. A partir de ese momento empecé a buscar a profesionales que me asesoraran en aspectos concretos a la hora de realizar una historia. Hasta ese momento el cómic había estado muy presente en mi vida, a la hora de hablar (como Pepe Rubianes, hablaba casi exclusivamente con onomatopeyas), contar historias (mis relatos siempre iban ilustrados) y los personajes de mis lecturas eran referentes para mi, casi reales. Así que mi evolución hacia la profesionalización fue muy natural y paulatina, llevaba toda la vida preparándome para ello.

Laura Pérez Vernetti. En mi familia italo-española desde niños nos compraban tebeos españoles e italianos y, hacia los 8 años, también empezaron a comprarnos de Bande Dessinée francesa porque habíamos aprendido esta lengua. Desde pequeña, en clase, en lugar de atender al profesor, sobre todo en la adolescencia, dibujaba personajes en los márgenes de los libros. Empecé a publicar mis cómics en 1980, pero ya desde mucho antes había dibujado personajes y escenas tebeísticas. También en la facultad de Bellas Artes, donde estudié pintura, participé en alguna exposición de cómic.

Marika Vila. En mi caso fue a través del dibujo y la ilustración, lo escogí por las características de su lenguaje una vez ya dentro de la profesión. Aunque de niña fui lectora de cómic femenino y del resto de géneros en los que no estaban incluidas las lectoras como sujeto dentro del diálogo creador-lector. Abandoné pronto sus ofertas para inclinarme hacia la literatura que me ofrecía mejores perspectivas. Retorné al ámbito del cómic como profesional, en la etapa de la transición democrática y con la intención de cambiar el estatus artístico del medio y su condición de género instalada en lo masculino. Pertenezco a la que fue llamada «Generación del Compromiso» que trabajó por la dignificación del medio de forma comprometida política y socialmente en los años 70, construyendo las primeras plataformas para establecer derechos y relaciones con el exterior, abrir paso al cómic de autor y a lo que después se llamó el boom del cómic.

Realmente en el mundo del cómic, para las profesionales mujeres, ¿existe el llamado techo de cristal?

Raquel Alzate. Es posible, aunque no he leído estudios ni tengo datos fehacientes al respecto. Me basta con comparar las cifras de mujeres y hombres que se dedican a esto.
El trabajo en el cómic es tremendamente exigente, y no siempre bien pagado. Y las mujeres sufrimos una fuerte presión social que nos impulsa a sacrificar nuestra carrera en pos de la conciliación familiar, la crianza de los hijos… todavía con escasa ayuda por parte de los hombres. Espero que en generaciones más jóvenes esto vaya cambiando.

Está igualmente la presión social hacia los varones para que ostenten ellos el rol competitivo y “triunfador”. Pocos hombres se contentarían con llevar la casa y los niños, y además ayudar a su mujer en su trabajo –coloreando fondos de páginas, por ejemplo, y otros menesteres más anodinos-, sabiendo que va a ser ella quien se lleve los “laureles” como creadora. Conozco, sin embargo, varios casos en que la situación, a la inversa, funciona, y muy bien (sobre todo para el dibujante masculino).

 

   (Ana Miralles. Fotografía de Emilio Ruiz)

 

Ana Miralles. Estoy segura de ello, pero no es una barrera visible que sea fácilmente identificable. El techo de cristal se encuentra en las mentes de cada uno de los lectores, de los editores, distribuidores, puntos de venta, en fin, de cada uno de los eslabones que hacen que una historia llegue desde el autor al público. Cualquier autor, en el momento en que aborda la creación artística se enfrenta a dudas, miedos y retos personales, teniendo muy presente que su trabajo se va a juzgar. Personalmente, tengo en cuenta que de antemano parto en desventaja por una cuestión simplemente de género, no me engaño. A veces he pensado en trabajar bajo un alias masculino, porque estaba segura de que me iría mejor, pero he desestimado la idea rápidamente. Hay que educar en la igualdad, cada una desde nuestra trinchera.

Laura Vernetti. Muchos editores se amparan en el prejuicio de que una mujer autora no es rentable para no publicarla.

Marika Vila. Sí, durante años, el techo de cristal de las creadoras fue el cómic femenino y los cuentos infantiles, al cual eran conducidas al iniciar la profesión. Históricamente la división, absolutamente asimétrica, se ha mantenido firmemente hasta los años 80, con las excepciones pioneras que irrumpen con gran dificultad a partir de 1975 en el nuevo cómic comprometido. En el Equipo Butifarra yo misma y Montse Clavé, y en el Colectivo de la Historieta, con su revista Trocha/Troya, Montse Clavé, Mariel Soria y de nuevo yo misma. Todas siguiendo el camino rompedor iniciado por Núria Pompeia con el lenguaje del cómic pero en el campo del humor gráfico. Aunque rápidamente nos siguieron Laura y Ana Miralles o María Colino entre las destacadas de la generación que cierra el siglo, seguimos siendo muy pocas hasta bien entrado el 2000. En el nuevo milenio y gracias a las nuevas tecnologías, entre otras cosas (como la constancia del activismo feminista), eclosiona la nueva generación de voces femeninas rompiendo cualquier limitación genérica o impedimento vítreo. Los techos se hacen añicos en el mundo virtual de las redes sociales y las nuevas publicaciones para dejar oír las voces tanto tiempo ausentes. Pero, aunque ya somos muchísimas más de las que aparenta el mercado o los salones del cómic, nuevos límites marcan nuevos techos… No hay forma de que se visualice la realidad de la participación femenina en el historial de premios y galardones. Como el año pasado en Francia, este año la protesta de una autora ha causado el mayor revuelo, escándalo y críticas en el Salón del Cómic de Barcelona. En una profesión en la que no hay sueldos ni seguridades, basada en un esfuerzo vocacional, solo compensado por el reconocimiento que da acceso al mercado ¿quieres mayor techo de cristal?

Consideráis que las mujeres hacen un gran esfuerzo para desarrollar su currículum profesional, atendiendo, además, a mil cosas relacionadas con la familia. ¿Cuál podría ser la solución a este problema?

Raquel Alzate. Una mayor implicación del hombre en las tareas domésticas y de crianza de los hijos. Limpieza, cocina… Todas esas cosas que hasta hace tan poco eran “cosa de mujeres”, y que aún siguen vigentes como realidad social que no queremos ver. Pero ello implicaría un cambio en tantos aspectos legales, socioeconómicos y políticos que no tengo muy claro que desde los círculos del poder les interese adoptar. Ojalá.

Ana Miralles. La familia forma parte de la vida, al igual que el trabajo. Armonizar las dos cosas depende mucho de cada caso, de cómo las parejas se repartan las tareas. En ese apartado hay toda una labor de reeducación para corregir las actitudes machistas, y no solo por parte de los hombres, también nosotras tenemos que aprender a delegar muchas de las tareas que nos han atribuido como propias y seguimos realizando. Ya fuera del ámbito familiar habría que cambiar el paradigma. No podemos penalizar a la gente, en aras del sacrosanto trabajo, por tener vida privada y familia. Es absolutamente necesario conciliar eso. El sistema de hoy es profundamente injusto porque recae sobre la mujer, mayormente, la responsabilidad del cuidado del hogar, hijos y familiares. Tal y como está concebida esta sociedad neoliberal es objetivo imposible que alguien con tantos frentes abiertos pueda centrarse en promocionar su carrera como lo haría otro sin responsabilidades. El trabajo es la prioridad que mantiene el sistema y en aras de la productividad se sacrifica todo. Si la sociedad no cambia, tal vez sea la tecnología, paradójicamente, la que venga en nuestra ayuda para humanizar a la sociedad y liberarnos del trabajo más alienante. Esto creará otros problemas, sin duda.

                                    (Laura Pérez Vernetti. Fotografía de Andrés Salvarezza)

Laura Vernetti. Gran parte de las mujeres ilustradoras o autoras de cómic, al ver la casi imposibilidad de crear una familia y defender una carrera artística, optan por renunciar a la propia familia.

Marika Vila. Eso es seguro pero, como en todas las otras facetas laborales, nuestra organización social no facilita su inclusión en la parte prestigiosa de las profesiones, porque en la parte de esfuerzo y trabajo han participado siempre. ¿Qué se puede hacer? pues asociarnos para seguir luchando por cambiar, cada una, su metro cuadrado. Lo personal sigue siendo político y la solidaridad la mejor arma, en ella entran todas las criaturas humanas que no se adscriban a las etiquetas del género.

Hombre y mujer son iguales ab origine. Incluso en algunas mitologías son un solo ser. Lo hemos olvidado y el hombre ha ocupado, desde hace siglos, el lugar preeminente. ¿Es una lacra para el progreso social y humano?

Raquel Alzate. Forma parte del progreso humano. Las primeras tribus y agrupaciones humanas no podían plantearse conceptos –como los derechos del ser humano y la igualdad- que tenemos ahora. Todo lleva su tiempo, su proceso social. No hemos “olvidado” nada; nunca existió una arcadia feliz en la que hombres y mujeres vivían en armonía e igualdad de derechos: ese ideal de Rousseau del buen salvaje es un mito. Como las presuntas sociedades tribales “estrictamente matriarcales”. Escarbas un poco en antropología e historia y te das cuenta de que no era exactamente así.

Ana Miralles. Por supuesto. ¡Además de una lacra es un aburrimiento! Es como comer todos los días sopa de fideos… Pero bueno, hablando en serio, está demostrado que las sociedades que más y mejor prosperan son aquellas que permanecen abiertas a diferentes culturas y formas de pensar, que son cooperativas y que se esfuerzan por lograr el bien común. Entre hombres y mujeres, biológicamente, no hay ningún rasgo que demuestre que uno es mejor que otra. Por lo tanto si históricamente hubiéramos cooperado mano a mano, entre iguales, tendríamos un mundo mejor, sin duda. Esta lacra existe porque una parte de la población (menos de la mitad) consideró legítimo (y muchos aún lo consideran) reducir a la esclavitud a la otra mitad.

Laura Vernetti. Creo que existen diferencias en cada persona y las creadoras y creadores lo demuestran con una obra original y única y que no le interesa ni al lector ni al consumidor de cultura y arte igualar a todos con el mismo color.

               (Marika Vila.)

Marika Vila. Es una lacra sistémica que no se refiere a personas reales sino a artefactos de poder que hay personas que utilizan adhiriéndose al género dominante y sirviéndolo en beneficio propio. Pero esta entelequia sólo es una construcción y está en nuestras manos deshacerla.

El hecho de tener una ideología de izquierdas no supone que se tenga respeto hacia la mujer, que se respeten los derechos humanos. Ahí tenemos las opiniones de autores soviéticos sobre las mujeres -Maiakovski, por ejemplo, Mandelstam-, o la forma cómo la Bauhaus enviaba a las mujeres a los talleres de hilados. Digamos que esta diferencia, esta esclavitud que hace invisibles a las mujeres, no la advierten -o no quieren advertirla los hombres.

Raquel A. Así es: hasta hace nada, la política era cosa de hombres. Como la filosofía, la ciencia, la literatura y el conocimiento en general. Las mujeres apenas eran instruidas para saber llevar bien la casa y la crianza de los hijos, y en los casos de mujeres de alta sociedad, para poder mantener un estatus que las diferenciara del de una aldeana. Se las formaba en una cultura ligera de salón: protocolos, ciertas habilidades oratorias y musicales, pero todo con poco fondo. Los grandes movimientos sociales se suponían asunto de hombres, los cuales apenas tenían en cuenta las opiniones femeninas por considerarlas claramente inferiores o poco instruidas.

 

              Cartel para el escaparate de las librerías ELKAR, temporada de primavera.

A.Miralles. Históricamente ha sido el status quo asumido por todos, hombres y mujeres. Quien tiene los privilegios no va a cederlos graciosamente. Tiene que haber una fuerte resistencia, oposición y rebeldía por parte del colectivo femenino para que la situación cambie. El machismo es trasversal, no depende de ideologías, clases sociales o nivel intelectual. Afecta a todos. Los límites son tan difusos, están tan enredados en las vivencias personales de cada uno que es muy difícil aglutinar y aislar las causas que lo producen. No se puede echar la culpa, por poner un ejemplo, a las madres que educan en el machismo (un argumento muy recurrente) sino ser conscientes de que toda la sociedad conjura para perpetuarlo. Es esencial estudiar y conocer estas causas para combatirlas desde la raíz.

Laura Vernetti. Los prejuicios hacia la mujer existen tanto en el bando de las izquierda como en el de la derecha.

Marika Vila. Comparto absolutamente la afirmación que propones. El proceso que la oculta se llama naturalización de las desigualdades, por la cual se vuelven «naturales» las situaciones de silencio y desaparición de las voces femeninas y la ocultación de sus trabajos reales confundiéndolos con una asignación determinista de la biología acompañada de la priorización tramposa del éxito profesional del cabeza de familia… o en su defecto de cualquier varón. Esta visión generalizada del poder y el privilegio natural ancladas en el masculino debería preocupar a los hombres y es mucho más lamentable en la izquierda. Aunque se empieza a cuestionar hace tiempo, aun queda mucho entuerto por deshacer.

Habitualmente los hombres rehúyen hablar de esta desigualdad, también en el campo de la Literatura, las artes en general y en todos los ámbitos. ¿Qué sucede en el ámbito de la ilustración?

R. Alzate. Pues me parece que rehúyen igualmente…

A. Miralles. No creo que los ilustradores seamos muy diferentes, pero siendo este colectivo de economía frágil y trabajo precario, hay cierta fraternidad en la desgracia. Hablo muy en general, a vista de dron. Hoy en día el comic no es un territorio proclive al machismo estancado porque evoluciona a gran rapidez y muchas veces los trabajos de los autores se sitúan en las vanguardias sociales. En los últimos años también han irrumpido muchísimas autoras de gran talento y con su trabajo han aportado variedad y riqueza a un medio que se había quedado atrincherado en las historias de género. La batalla más importante es la de los medios de comunicación a quienes también hay que reeducar en la igualdad.

 

                 Viñetas de Wáluk. La gran travesía, de Ana Miralles y Emilio Ruiz

Laura Vernetti. Yo soy socia del APIC, Asociación de Ilustradores de Cataluña y, hace poco, nos enviaron un informe de la situación de los ilustradores en España. La conclusión de este estudio decía que en España la gran mayoría eran mujeres ilustradoras, más que hombres, y que estas tenían que buscar un segundo trabajo aparte de la ilustración para poderse mantener.

Marika Vila. El ámbito de la ilustración está básicamente feminizado por lo que se refiere a la ilustración infantil, donde las mujeres son clara mayoría, y donde se confirma la adjudicación genérica, pero el éxito serio radica en el ámbito de la cartelería y las portadas de los grandes magazines internacionales, allí triunfa una minoría de grandes mujeres excepcionales (como Ana Juan o Luci Gutiérrez) pero el renombre sigue siendo mayoritariamente masculino. De todas maneras la ilustración sigue siendo un ámbito agradecido para las mujeres, es donde están mejor tratadas, sobre todo si lo comparas con el mundo del cómic que las ha ignorado radicalmente, hasta ahora, salvando notables excepciones. Pero solo eso, acepta tratarlas como excepciones puntuales. El director del Salón de Barcelona adjudica la falta de premios a creadoras a la falta de méritos o talento. La excepcionalidad es otra de las trampas en las que se escudan las tecnologías del género.

¿No es llamativo que habiendo una aplastante cantidad de escritoras, de músicas, de pintoras, de tanta calidad como sus colegas masculinos, no ocupen tan apenas espacio en los suplementos culturales? ¿Y qué decir de los éxitos en deportes? ¿No es por lo menos extraña esta situación?

R. Alzate. El hombre tiende a valorar más a otro hombre. Creo que sigue siendo así. Muchas veces de una manera completamente inconsciente, no siendo en absoluto algo premeditado desde una posición abiertamente machista. Pero existe ese favoritismo.

A. Miralles. Es sangrante, tal vez en el mundo del deporte sea más evidente porque hablamos de logros evaluables, medibles y comparables con los de sus compañeros masculinos. Entre la población hay un verdadero rechazo machista hacia los deportes de competición femeninos por considerarlos menos emocionantes. Evidentemente aquí hay un sesgo perverso. Y en el mundo de las artes y el espectáculo las evidencias son vergonzantes, empezando por la valoración del trabajo,que penaliza a las mujeres.Gran parte de la prensa, con su tratamiento frívolo de lo femenino, es responsable de mantener estos prejuicios. Como autora, desde hace años, me he propuesto no responder a ninguna pregunta de género en las entrevistas que pueda restarle espacio a mis logros laborales (¡que se supone que es por lo que me están entrevistando!). Creo recordar que ya en mi primera entrevista, hace 30 años aproximadamente, me preguntaron las mismas cosas que aún siguen preguntando.

 

  (Viñeta de Yo, Rilke)

 

Laura Vernetti. Los editores, los galeristas, los comisarios de exposiciones, los directores artísticos de las revistas, a la hora de elegir, siguen prefiriendo apoyar a los hombres creadores en lugar de las mujeres.

Marika Vila. No solo es una situación extraña sino absolutamente obsoleta, con fecha de caducidad. Las chicas son guerreras y ya no están dispuestas a permanecer fuera del concierto de voces. Llegan dispuestas a empoderar su espacio y eso cambiará profundamente la realidad que percibimos, a corto plazo creo.

¿Y los intelectuales no sienten el deber de romper con esta injusticia? ¿No sienten que es su obligación superar esta desigualdad que vulnera los derechos humanos más elementales?

R. A. Pues no lo sé, porque yo no soy una intelectual. Veremos qué sorpresas nos deparan las nuevas generaciones. Pero yo lo veo más como un movimiento social que debe de venir de todas las que nos sentimos implicadas en ello. Reivindicar nuestros derechos con insistencia. Las bases filosóficas, culturales y sociales ya están ahí, pero tenemos que fortalecer esas posiciones.

A.M. Yo creo que es un deber, ya que los intelectuales tienen la posibilidad de analizar y dar soluciones imaginativas a cada problema. Y pienso también en científicos, médicos y filósofos. Cada uno en su disciplina debería de aportar una visión renovada. Pero bueno, cada cual tendrá sus razones para pasar de puntillas por lo que le toca. Esas mentes tan preclaras sufren exactamente igual que el resto la competencia feroz, sus inseguridades y miserias. Pienso que el luchar contra la desigualdad tiene más que ver con de la bondad y la inteligencia emocional que con la intelectualidad.

L. V. Los intelectuales tratan el tema de la injusticia hacia las mujeres creadoras en muy escasas y contadas ocasiones, como en el día de la mujer que se celebra cada año, y piensan que con este hecho minúsculo ya han cumplido con sus compañeras.

M. V. Esa es una vieja discusión para las antiguas pioneras como yo. Ahí estamos trabajando hace tiempo para hacerlo comprender. Nos interesa a todas/os su cambio. Es cuestión de descubrir que el enemigo no es otra persona masculina, sino el artefacto de privilegio y poder, solo que a veces es difícil bajar de ese carro y ver que también esos falsos privilegios les perjudican a ellos, que no se han quedado en los arcanos ancestrales sino que los traen incorporados y que, debidamente actualizados, transcienden en ellos al presente.

¿Los hombres, en la mayoría de los casos, necesitan que las mujeres sean siempre objetos sexuales?

R. A. No tengo esa visión tan negativa de los hombres: yo me he encontrado, tanto en el contexto del trabajo como en la vida, a hombres que ven a la mujer como un igual, con idénticas inquietudes, sueños, responsabilidades y capacidades. Pero indudablemente existen los hombres que prefieren colocar a la mujer en la eterna posición de objeto sexual, y que no se mueva mucho de ahí. Espero que con el tiempo el número de éstos segundos vaya disminuyendo.

A.M. Entiendo que me preguntas por un hombre básico, de serie, sin extras. Ese que cuando ve una vaca solo ve filetes y cuando ve a una mujer la mirada se hace de rayos X para hacerle la pepitoria y calcular probabilidades de cópula. En nuestra sociedad las mujeres estamos hipersexualizadas, ya desde niñas, porque nos han convertido en un bien de consumo más. La publicidad es, a pesar de los avances que se están produciendo, mayormente horrorosa y machista, reproduciendo esquemas obsoletos que ya están en desuso en los hogares y en las calles. El cuerpo de la mujer se utiliza para vender todo tipo de bienes, desde coches hasta lejía. Cualquier gel, crema o laxante es anunciado con una bella modelo desnuda, convenientemente retocada con photoshop (nadie es perfecta). El mundo de la moda y los productos de belleza es tiránico y exigente hasta el punto de enfermar a las mujeres no consideradas dentro del canon ideal. Ni los productos de entretenimiento masivo, como el cine, el porno (no lo considero cine), o los videojuegos, ayudan a ver a las mujeres como otra cosa que no sean objetos sexuales, deseables y abordables. Esto se pone de manifiesto en las dificultades que encuentran las madres con hijos lactantes que tienen que dar el pecho en algún lugar público. Cada vez más frecuentemente son insultadas, golpeadas y se les invita a abandonar el lugar como si fueran prostitutas ejerciendo descaradamente en la vía pública. Bueno, tal vez con las prostitutas hay más tolerancia. ¿Y porqué esto? Sencillamente, porque se asocia el seno al sexo, ¡les parece pornográfico! y aunque vean a un bebé mamando, obvian el hecho natural. ¿Cómo se puede olvidar tan rápido que somos, esencialmente, unos mamones? Como sociedad estamos fatal.

L. V. En mi trayectoria como historietista he trabajado con guionistas como Pons, Onliyú, Joseph Marie Lo Duca, Felipe Hernández Cava o Antonio Altarriba que se interesaron en colaborar conmigo por mis historietas, mis dibujos y mis adaptaciones literarias, y en ningún caso por mi atractivo sexual. También cada autora busca parejas y colaboradores que no la maltraten y “cosifiquen”.

M. V. Es cuestión de miradas. Mientras se acepte la visión naturalizada del género, hay conceptos y formas de percibir la realidad que vendrán implícitas con él, implantadas por la construcción determinista de los sexos. Liberarse de estas imposiciones «naturalizadas» emocionalmente no es fácil, pero sí necesario para la mejora de las relaciones humanas con la vida y la tierra. No podemos cosificar todo aquello con lo que nos relacionamos, la posesión es un error que no solo consume a las personas sino también el deseo.

 

               (Dibujo de Marika Vila dedicado a Uno Y Cero Ediciones: Donas).

¿Creéis que hay síntomas de que caminamos hacia la igualdad?

R. A. Indudablemente hemos avanzado mucho, pero… siempre existe la posibilidad de estancamiento, e incluso de retroceso. Y por desgracia no está solo en nuestras manos. La inestabilidad mundial, las crisis económicas, las fracturas sociales, guerras, políticas totalitarias… Son amenazas que pueden depauperar completamente la lucha por los derechos humanos, en muchos lugares donde ya se estaba forjando un buen caldo de cultivo de desarrollo igualitario. Ya ha pasado en muchas ocasiones.

A. M. Creo que estamos mejor que hace cien años, pero esto es lento, muy lento. Mi madre decía que los trabajos del hogar son lo más ingrato que existe porque después de hacerlos tendrás que volver a empezar desde cero al día siguiente. Y así un día tras otro, toda tu vida. Con la conquista de la igualdad pasa lo mismo, no consigues unos resultados proporcionales a la inversión de esfuerzo que haces para desasnar al personal. Siempre estamos repitiendo lo mismo. A veces consigues algo y lo celebras. Otras veces ves consternada que se retrocede en derechos. Hay que insistir con la pedagogía. Es lo más eficaz.

L. V. Según los artículos que aparecen desde hace unos años en la prensa parece ser que los jóvenes vuelven a tener una actitud machista con sus jóvenes novias, pero no sé si son estudios de la población española serios o consideraciones despreciativas hacia las nuevas generaciones.

M. V. Por supuesto que sí, como ya dije en una pregunta anterior, la actual no solo es una situación extraña sino absolutamente obsoleta, con fecha de caducidad… Claro que los cambios son lentos, pero su camino es irreversible. Las nuevas generaciones de mujeres no están por aceptar el victimismo, han sido educadas para ganar su espacio y empoderar sus voces, conocen las ventajas de la solidaridad y la asociación y trabajarán compartiendo experiencias para reorganizar su visibilidad.El Colectivo de autoras, AC, que fundamos en 2013 es paradigmático de las nuevas posibilidades que apunta el futuro. Muchos hombres también participan de la idea que desmonta tópicos y etiquetas y aspiran a un mundo de relaciones horizontales en el que expresar una nueva masculinidad mejor. El horizonte se perfila distinto y diverso en la multiplicidad solidaria, esperemos que pueda llegar a ser.

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