(Fotografía de Maria Teresa Gómez Puertas)
Olga Bernad es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Zaragoza. Ha publicado los poemarios El mar del otro lado (2012), Nostalgia armada (2011) y Caricias perplejas (2009); las novelas El buen amor (2013) y Andábata (2010) y una recopilación de prosas aparecidas en su blog que lleva por título Algunos cisnes negros (2013).
Ha sido incluida en varias antologías, entre ellas YIN. Poetas aragonesas 1960-2010 (2010), Poesía para niños de 4 a 120 años (Antología de poetas contemporáneos, 2010), Poesía a la frontera. Antología de poetes en llengua catalana, aragonesa i castellana (2011) y traducida al griego para la antología de poesía española de la revista Vakxikon. Algunos de sus textos han sido traducidos al francés para la página Lectures d’ailleurs. Asimismo ha participado en varios libros colectivos y revistas literarias, entre ellas Turia, Rolde, Estación poesía, Anáfora, Revista de Humanidades Kafka, Narrativas e Isla de Siltolá.
Colabora en el suplemento cultural del diario Heraldo de Aragón — Artes & Letras— , en Quimera y ha formado parte del consejo de edición de las revistas Isla de Siltolá y Cuaderno Ático.
DESDE EL PUERTO
Parecías un lento petrolero
ensimismado bajo un sol de escarcha.
Y el corazón atado tras el buque
se mecía aún más lento sobre el agua;
y el descampado gris y azul del agua
otro mar de metal oscurecía:
mar negro sobre el mar en mi mirada.
(De Caricias perplejas, Ediciones de la isla de Siltolá, 2009)
FELIZ DONDE NO HAY NADA
No sé de dónde sale la nostalgia
que me inunda los ojos y las letras.
Creo que soy feliz y, sin embargo,
dulcemente me envuelve
la certeza más fría:
sé que nada me importa algunas veces.
Como un niño siniestro,
inocente y perverso en el desorden,
sonríe desde lejos la locura.
¿Y por qué a mí? Si yo esperaba mayo
y miraba las manos de la gente.
Vi a una mujer bailando entre los coches.
Los demás se reían.
Tengo miedo a bailar entre los coches.
No quiero ser feliz donde no hay nada.
Yo quiero la insistencia de los lirios
y también la conciencia y la crudeza,
olas de rabia y miel sobre mi pecho.
Siempre lo quise todo, ¿lo recuerdas?
Y quiero ser capaz de soportarlo.
Aunque todos sabemos que tendré que elegir
entre la risa absurda de esa vieja
y los gestos más tímidos que veo en otros rostros
(pero es la misma triste risa vieja,
la enloquecida venda que salva tantos ojos)
o la certeza mucho más absurda
de saber que no hay nada,
que toda salvación es una venda
y que, si en este instante
fuésemos condenados para siempre,
no pasaría nada.
(De Nostalgia armada, Ediciones de la isla de Siltolá, 2011)
MALDITO DUENDE
Venció seis veces.
(Del epitafio de un gladiador)
Esta guerra sin sangre no es la mía.
Quiero luz derramada a borbotones,
quiero morir después de seis victorias.
Frente al himno y la tierra prometida,
la inmaculada nada, virgen hueca,
y una vieja canción que no viene a los labios
-y no vendrá ya más-, y la sorpresa
del olvido de un nombre que ayer mismo
pronunciabas despacio. Si me niegas
la guerra y la palabra, yo no puedo
volver a imaginarte. Ya no quiero
que no seas verdad. Mi amor es cierto.
(De El mar del otro lado, Ediciones de la isla de Siltolá, 2012)
ESTA NOCHE
Todas las noches son como esta noche,
todas las noches fueron como ésta;
cuando el mundo nació, ya era de noche.
Y en la excesiva noche de los tiempos
alguien soñó que nada pasaría.
Si te dejas caer hoy por mi sueño,
prometo protegerte de esa nada.
Seguros hacia dentro de la noche,
arrastraré hasta el fondo tus demonios;
al fondo de la noche, donde el tiempo
se convierte despacio en otra cosa.
(Inédito, de La vida extrema, poemario en construcción)