(Fotografía de Verónica Durán)
Verónica Durán González, 1983. Artesana autodidacta afincada en Galicia. Recientemente ha autoeditado su primer poemario: Páh, Blanca Foresta, donde guarda la ancianidad del padre. Inventan unidos, una casa de gatos y palabras.
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(Caracolas, de Verónica Durán)
Incluimos a continuación cinco poemas de Pah, blanca foresta:
*
Tanteas el contorno
en la ráfaga que modula
la jerga de las sogas
fuera
un ramaje
perfectamente cilíndrico
oscila
destapa el cosmorama
metálicas selvas despiertan
eco de botavaras anuda el sudor.
Manso te alargas
rocíos del sol* mecen la entrelínea.
Te alargas
hasta que confundimos siluetas
con un bregar
de cuellos como suburbios
desangrados.
El oficio pliega la edad
en lesiones.
Gamelas* hunden rizomas
serpeando la viscosa orfandad
de las profundidades.
Rielas púrpura adentro
en radios que bogan distancias
de limpidez
la misma que zozobra
el principio
madréporas para desleír el quebranto
estrofas vivas que aletean la furia
ardora que nos acerca.
*
Anulares se han combado
de tanta lumbre escrita
a cruz de un bote.
Si me acerco alcanzo a oír
un rumor de nervios que intrépidos gruñen
bajo la pulpa de un centenar
de aventuras.
Sima quisiera guardarte
velar bitácoras en los calados
del plexo.
Como si atesorase
una parte de la propia voz
la que bucea
la que no puede romperse
aunque cambien la orza
de pulso.
*
(A Mamá)
Un filamento de moco transparente rubrica
el último gesto.
Con pies de hiedra se desliza el Urco
a punzar el adiós en tu rostro.
Insólita belleza
advertir cómo brota la helada
mientras el cuerpo enmudece
astro desfigurado
en ardor.
Te ves fiereza
desdoblada en la holgura
lejos de sentido
cerca de tu cría
endrino acaso.
Sin embargo aquí
una veleidad de espectros
invade la fraga
achaca a los animales
su vacío
toma símbolos que no sienten
frutos sagrados perecerán en agraz
cuando trepadoras aíslen.
Subidas a la luna en una voluta
Cymbalaphoras* han avistado la ciudad
esqueleto plástico olvidado
entre damas de serbal que delatan
la traición del viento.
*
Quisiera recordarte a esta hora callada
en que tu piel chasca al beso
en un tono semejante a la terneza.
Menguar iluminada hasta descomponerme
bajo la plenitud del sauce
cuya sombra jamás será oscurecer
el instinto del manantial.
¿Qué misterioso empuje
iza abril
mantiene el rumbo?
¿Cuántas marusías* resistirá la córnea
si capea salpicada de catedrales blancas
despacio entre corrientes
de un prodigio que te bendice?
*
Fulgores
de fronda y rocío
impulsan la mañana.
Hierves leche
preparamos café
crepita el olvido al desperezarse
vapor de leña
en cocina antigua.
No te horroriza cumplir Auroras*
de hierba cana
aunque la valva se encuentre débil
y únicamente los pastos
reverdezcan.
Abres la ventana
vaharinas descubren
un pestañeo de troncos que resinan
juventud
llorar antes del embarque
Juanita Zarzaparrilla
despedir al crío que olvidará el nácar
al separar rubores del hinojo tibio
algodón de musgo
que cruzará los meses
entre aceros y dragones
tempestuosos.
Prevalece en la mañana
la crudeza acontecida
y la última hija
madruga contigo
savia
para vidriar leyendas
aunque sólo el mar sepa decirte
o arrastre el cuero
como argazos* al flujo
de lo que no
responde.
Vocabulario:
*Gamela: embarcación tradicional empleada en Vigo.
*Rocíos del sol: Drosera, planta insectívora amenazada.
*Cymbalaphora: polilla. Se la conoce coloquialmente como “la pequeña gitana”.
*Auroras: en homenaje a mi abuela paterna, que así se llamaba.
*Argazo: se denomina al conjunto de algas que el mar arroja contra las playas y que los agricultores de la costa usaban como estiércol.