Daniela Camacho

(Autorretrato)

 

Daniela Camacho (Sinaloa, México, 1980). Poeta y traductora. Ingeniera Industrial y de Sistemas y Maestra en Letras Latinoamericanas. Publicó los poemarios En la punta de la lengua (Tintanueva Ediciones, 2007); Plegarias para insomnes (Editorial Praxis, 2008 y Fondo Editorial Fundarte, Venezuela, 2010); [imperia] (Fundación editorial el perro y la rana, Venezuela, 2013); la plaquette islísima (Los Poetas del Cinco Editora, Chile, 2013) y el libro de palíndromos Aire sería (Editorial Praxis, 2008); así como el libro-objeto Pasaporte (Cacto, 2012), en edición trilingüe junto a Natalia Litvinova y Beatriz Paz y los libros de artista Carcinoma y Híkuri (Colección Artes de México, 2014), que han sido exhibidos en distintas galerías del país, junto al trabajo del artista visual Christian Becerra. Recientemente, publicó Lantana (Ejemplar Único, España, 2017), en colaboración con el pintor Gabriel Viñals y Experiencia Butoh (Amargord Ediciones, España, 2017 y la edición bilingüe en Cosmorama Edições, Portugal, 2017). Compiló las muestras Hijas de diablo hijas de santo. Poetas hispanas actuales (La Raíz Invertida, Colombia, 2013) y Animal concreto: nueve poetas españolas contemporáneas (Pirata Cartonera, El Salvador, 2013). Poemas suyos aparecen en los libros Tribu versus Trilce y Pessoas. 28 heterónimos esperando a Fernando Pessoa (Karima Editora, España). Ha vivido en Tokio, Lausana, El Cairo y, actualmente, reside en Mérida, Yucatán.

Seguramente le interesará conocer Poesía Mexa, en donde están recogidos los libros de Daniela Camacho.

 

Incluimos a continuación algunos poemas de Lantana, Ejemplar Único, España, 2017:

 

LA NIÑA DICE:
No hay cerro, ni selva, ni desierto, que nos libre del daño que los otros preparan para nosotros.

Angélica Liddell

Uno

Abuela me lava los pies con vino, me talla la piel con hierbas aromáticas. Cuenta historias de su pueblo para enseñarme lo que es el mal. Pero el mal y yo tenemos una historia propia. Si la digo, me van a amarrar a una bolsa negra y la van a lanzar a una cañada. Por eso mejor no la digo. A veces sueño con ella y siento que mi voz quiebra la oscuridad. Cuando despierto, arde en mí ese lugar tan agudo que no puede ser aplacado.

 

Cinco

Los que te encontraron dicen que movías las manos para sostener la luz que aún se desprendía de tu cuerpo. Que no reconocías tu nombre. La vena yugular de ciertos animales se llenó de miel envenenada; el aire que guardabas en tu espacio pulmonar secó los árboles. Huiste de tu nacimiento: Matea se murió. Se fue abrazada a una flor podrida cuando una boca humana le chupó los muslos. Tenía nueve años. La abrieron a la mala hasta brotarle el rojo. Allá en los matorrales cerca del canal. Que te calles o te tiro al agua sucia. La cosa puesta atrás. Así iba a comenzar los días, maloliente, regando sangre por la casa, salida de la tierra entre el zumbido de las moscas.

Te diste el nombre de Lantana como quien escucha música en el interior de una naranja.

 

 

Primera carta para la mujer espléndida

Abuela,

Otra vez entre los matorrales oí cosas. Ven y sálvame la vida. Sólo tú verás al escorpión rayado merodeándome las partes húmedas y frías. Ven con excremento fresco de caballo y plantas buenas, dame de beber hierba de golpe; úntame con grasa de gallina aquí y aquí para borrar las manos que me sufren, toma por asalto mi lugar entumecido, la mandíbula atascada, el corazón. O échame a las aguas del canal ahora que conozco el aire sucio, ahí estará el fantasma de Matea para verme aparecer, partida como ella, cansada de flotar. Yo me iré hasta el fondo, derechito, porque una vez leí que los ahogados ya no sueñan, que los muertos ya no pueden ser besados porque apestan y así el mal hombre va a dejarme tranquilita, sin gritar, pero cerrada.

 

1

Algo está ocurriendo más allá de nosotras. Por ahora no tiene importancia. Si recordaras cómo respirar, si posicionaras de manera correcta los órganos articulatorios (lengua, paladar, dientes, labios) y produjeras un sonido específico, si me reconocieras, haríamos entonces la pregunta: ¿Dónde está mi cuerpo que no está? La esperanza todavía no se cumple. He tenido que vivir como un atrevimiento.

(De Lantana, 2017)

 

 

 

3

La niña helada que se retuerce en mí tiene miedo.

Se nos prohíbe darle un nombre. Debe contraer la enfermedad y sobrevivir a ella.

Debe conocer la fealdad y la belleza: máscara de la viruela que sin nacer abre los ojos. Debe estrellar su rostro contra el cielo. Hacerse de plantas milagrosas, de crisantemos con frondas hacia adentro.

 

 

 

DESFIGURARSE NO ES ESTAR BENDITA.

Escucha bien: vivirás más tarde, serás mujer para el desprendimiento, serás una manada de bisontes, un cerrojo vencido en la Casa de Partos:

a) querrás atravesar el mar pero meterás las manos en la paja y bajarás tu propia fiebre
b) te adornarás con trozos de cinta con joyas de poco valor
c) tus pies despertarán un enigma terrestre

 

Dance Experience

Unidos a su semental, los prostitutos de Ueno Kurumazaka.
Cabello enmarañado, rubor en las mejillas, helándose a muerte en un baño público:
espuma masculina como herramienta para crear una danza.

Se retuercen, se encajan.
La sangre que corre de las carnicerías se está coagulando bajo sus pies.
Una flor de papel blanco les crece en la cara.
Para ellos, los días comenzaron sin miembros, sin ojos por donde llorar.

Son iracundos.

Han cruzado la rara experiencia de matar(se).
Han sido mirados
restregados
lamidos
tumbados.

(De Experiencia Butoh, Amargord Ediciones, España, 2017)

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