Mª Ángeles Cabré (Barcelona, 1968) es escritora y crítica literaria especializada en literatura escrita por mujeres, así como traductora. Ha publicado la novela El silencio, los libros de poemas Gran amor y Si se calla el cantor, el ensayo Leer y escribir en femenino y una biografía del poeta catalán Gabriel Ferrater. También es autora de los libros de aforismos Sobre el arte del artista, de Oscar Wilde, y Migajas sentenciosas, de Francisco de Quevedo.
Colabora entre otros medios en La Vanguardia, El País Digital, Letras Libres y M-arte y cultura visual, así como en RNE. Dirige el Observatorio Cultural de Género, destinado a incentivar la presencia de las mujeres en la cultura, y acaba de publicar A contracorriente. Escritoras a la intemperie del siglo XX (Editorial Elba).
Se la puede seguir en el blog Bibliomanía.
Contacto: m.angeles.cabre@gmail.com
A continuación ofrecemos diez poemas del work in progress virtual Yo y mis circunstancias que puede seguirse en el blog citado:
La inútil poesía, si se sabe usar bien,
puede servir para un montón de cosas.
Con su hermosa «Balada» Oscar Wilde conjuró
a los oscuros demonios entre rejas.
Se salvó en esos versos, conste en acta.
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Como un tren que no se detiene hasta descarrilar,
así es esto que llamamos vida.
Elegir buen asiento es fundamental.
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No pienso ser aquella: la que calla,
la que otorga, la que sigue la corriente.
Yo voy a ser la otra: la que hace,
la que habla, la que no ceja.
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Si somos el oficio que elegimos,
yo ahora mismo soy una mesa y una silla
y un libro en ciernes entre los brazos;
crece lento, torpe, desmañado.
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De ti lo que más me gusta es la boca,
porque sin palabras dice lo que tú callas
y me da más pistas de las que crees darme:
hablan más los mohínes que la lengua.
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Me divierte pensar en lo que piensas,
aunque pienses acaso de bien distinta guisa
esas cosas que creo que tú piensas.
Lo dicho: me divierte pensar en lo que piensas.
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Avances y retrocesos sirven
para celebrar este mismísimo instante:
atalaya perfecta para la contemplación
de lo que queda del camino, serpenteante.
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Cuanto más oscura es la noche,
más brilla el ojo que la mira.
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El que se va, no vuelve.
Se queda al otro lado,
sin pensar, sin añorar,
tan solo estando.
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Ascua mojada en el fuego de la verdad,
quien calla algo oculta,
quien calla no sabe hablar.